Delicadas líneas de expresión o marcados pliegues cutáneos, las arrugas se presentan para muchos como la indiscutible muestra del paso del tiempo, que no siempre se está dispuesto a aceptar. No así. Por eso la ciencia y la dermatología estética han perfeccionado uno de los tratamientos que revolucionó la idea de la piel tersa y firme: la aplicación de toxina botulínica.
Quizás han escuchado que lo que hoy se conoce como Botox, el tratamiento para las arrugas, proviene de una bacteria que en realidad produce ¡¡veneno!! Sí, la toxina botulínica es en realidad una neurotoxina fabricada por la bacteria llamada Clostridium botulinum, que en cantidades importantes es peligrosa para los seres vivos. Sin embargo, en pequeñas cantidades, como un picogramo, es decir un millón de veces más liviano que un gramo, sus efectos son ¡poder decirles chau a las arrugas!
Botox es el nombre comercial más popular de la toxina botulínica elaborada en condiciones de laboratorio y en la cantidad suficiente para actuar sobre un determinado músculo.
Esa forma de la toxina botulínica se compra exclusivamente bajo receta y debe ser aplicada de manera excluyente por profesionales de la salud, es utilizada en medicina estética desde mediados de los 70 y su evolución, respecto de efectos secundarios o no deseados, ha sido importantísima. Hoy es considerado uno de los tratamientos más seguros y de mejor performance, no invasivo y relativamente accesible desde el punto de vista económico.
¿Para qué sirve?
La toxina botulínica se usa en medicina estética para “borrar” las arrugas especialmente del rostro, aunque también se aplica para contrarrestar los efectos de la sonrisa gingival (aquella en la que se muestra parte de la encía al sonreír), mitigar migrañas, distintas distonías y también para el blefaroespasmo, que es cuando sentimos que el párpado nos late.
¿Cómo actúa la toxina botulínica sobre los músculos?
La inyección de toxina actúa enviando un “neuromensaje” al cerebro. Aunque la aguja apenas atraviesa las capas de piel deja el “mensaje” -Botox- en el músculo y el efecto es que este músculo en cuestión deja de contraerse y de producir arrugas.
Es muy importante que sea el médico quien aplique estas inyecciones, porque cada grupo muscular activa o moviliza un sector del rostro y solamente se pretende “relajar” aquellos músculos que, al estar todo el tiempo contraídos generan arrugas.
La acción de la toxina es reversible, ya que el neurotransmisor se “agota” en el músculo… que al cabo de un tiempo vuelve a su actividad normal (se contrae y produce arrugas).
¿Cuánto dura el efecto del tratamiento en el rostro?
Esta es una de las preguntas que más se escucha en el consultorio y, aunque hay una respuesta promedio, es fundamental saber que cada cuerpo, cada metabolismo, se toma su propio tiempo. Pero hay que dar una respuesta y esa es que la toxina botulínica tiene un efecto que ronda entre los 4 y 6 meses, al cabo de los cuales se puede volver a aplicar. Podría decirse para que sostener el efecto en el tiempo, debería realizarse el tratamiento entre 2 y 3 veces por año.
¿A partir de qué edad se puede aplicar?
No hay una edad mínima, ni consejo médico al respecto. La respuesta tiene que ver con cómo cada uno se siente consigo mismo. Algunas personas detectan entre los 20 y 30 años que los movimientos naturales de su rostro tienden a generar surcos en la piel y quieren minimizarlos, mientras otras personas sienten el peso de las arrugas a los 40, 50 o 60 años, dependiendo de su actividad física, su exposición al sol y claro, el componente de base genética, que hace su aparición tarde o temprano.
¿Cómo se realiza el tratamiento?
La aplicación de la toxina botulínica es ambulatoria y se realiza con anestesia tópica (una crema o gel) para adormecer la zona.
El médico acuerda con el paciente cuáles son las arrugas para eliminar y determina qué músculos recibirán una pequeñísima cantidad de toxina, que en un lapso de entre 24 y 72 estarán relajados y, consecuentemente, permitirán ver un rostro terso. Al cabo de dos semanas, el efecto del tratamiento alcanza su esplendor.
El tratamiento en sí es sumamente sencillo, requiere de mínimos cuidados tras su administración y no afecta para nada las funciones del resto de los músculos faciales.
En los lugares donde fue aplicada la inyección pueden aparecer hematomas o inflamación leve, que desaparece a los pocos días. Se recomienda no acostarse inmediatamente después de las inyecciones, no tocarse ni gesticular exageradamente por alrededor de 4 horas.
Aunque son muy pocos los casos en los que no se recomienda la aplicación de Botox, es bueno tenerlos en cuenta. No se aconseja el tratamiento en mujeres embarazadas o durante la lactancia, en paciente con miastenia gravis (enfermedad que afecta a los músculos que controlamos voluntariamente) y personas que puedan tener dificultades para tragar.
¿Qué costo tiene este tratamiento?
Para determinar el costo de este tipo de tratamiento es fundamental el encuentro médico-paciente, porque no hay otra forma de saber cuáles y cuántas son las arrugas por eliminar. De la evaluación de su profundidad y cantidad se definirá cuántas inyecciones serán necesarias y cuál será la cantidad de producto a aplicar.
La aplicación de toxina botulínica, conocida como Botox es uno de los mejores tratamientos para erradicar temporariamente (dijimos hasta 6 meses) las arrugas, sin riesgos ni efectos secundarios. Se realiza en el consultorio, es indoloro, ambulatorio, los cuidados posteriores son sencillos y los efectos estarán a la vista entre 24 y 72 horas después de la aplicación.